No es la práctica de la magia, ni la vida dogmática lo que genera en el pensamiento humano la razón perfecta y adecuada para entender y comprender los cambios que se presentan en el mundo, y en la vida cotidiana. Es la sed del hombre la que impulsa la búsqueda a las diversas interrogantes que se presentan y forman parte de su realidad.
Es la espiritualidad la que otorga valor a los conceptos de magia y religión.
Es la espiritualidad la que otorga valor a los conceptos de magia y religión.
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